Cuando te veo, todo se torna de colores.
Cuando me hablas, todo a mis cercanías, se vuelve silencioso.
Cuando me abrazas, siento que se me despoja un peso de encima.
Tus besos;suaves, un poco toscos, pero con esos labios, nada importa.
Eres la inspiración.
Eres el AMOR.
Eres ese algo que me hace tener un sonrisa tonta todo el día en la cara.
Cuando dicen tú nombre, me apeno (creo que demasiado) es que no puedo disimular lo mucho que me gustas.
Siento que contigo puedo tratar, intentar, amar... Contigo dan ganas de todo. Por tu naturalidad, haces que las cosas se vuelvan más fácil para mi.
¿Crees en el destino?
Encontrarnos de esta manera... ¿casualidad? No me parece.
Al principio sentí miedo, se sentía tan real que parecía mentira... Aún sigo sintiendo que es real.
Me gustaría seguir conociéndote, cuidándote, y si me lo permites ayudarte en lo que esté a mi alcance.
No soy perfecta, tampoco pretendo serlo, soy torpe, algo tonta, y desordenada.
Entendí el porque de ciertas cosas:
¿Por qué las relaciones terminan?
Es por ese ego que hay en medio.
Cuando se trata a una persona de manera indiferente, con desamor es porque simplemente ven su reflejo a través de la otra persona.
Pues somos individuos diferentes, deberíamos poder moldearnos a la otra persona y a su forma de ser, de manera tal que no perdamos nuestra esencia y ese "algo" que nos vuelve únicos y diferentes. Sino luego ya se adoptaran las mismas manías y costumbres del otro y si uno da más que el otro, entonces ahí es cuando ocurre el "desequilibrio" ya sea emocional, social o sexual. Hay que tratar de complacer de vez en cuando a la otra persona o "dejarla ser" y ya.
Siento que solo puedo brindar honestidad de forma amorosa, hay que abrir bien los ojos pero no los de la cabeza, sino lo que se ve más allá -de la consciencia-.
Me gustaría hacer las cosas bien, siento que el destino puso a la persona correcta en el camino que la vida me ha brindado, esto era lo que en algún momento creí que seria una relación amorosa y afectiva.
Es como si estuviera despertando de una gran mentira que he vivido todo este tiempo, vuelvo a sentirme segura, a ser Grecia, la chica que no es ni muy feliz ni muy triste.
La chica enamorada y neutra, la que ama y lo da todo... pero sin perderse.