viernes, 31 de marzo de 2017

El mes en que nos conocimos

¿Por qué aún llegas a mis pensamientos?

¿Es este mes, no? 

El mes en que nos conocimos.

Debe ser eso, quizás. 

Ese día que te vi, no me gustaste, me pareciste una persona demasiado infantil para estar conmigo.

Que equivocada estaba...

Aún no sé en que momento decidimos volvernos tan íntimas, sucedió tan rápido y tan inesperado. Llegabas a la casa y ya era tú casa también, dormías junto a mi y era tan natural, le caías bien a todos a mi alrededor y eso me fascinaba. 

Lo que no sabías es que me volvías loca... 

Cuan inocente eras.

No podía pasar un día en que no pensara en ti, hablábamos cada segundo, cada día un tema nuevo de conversación, un suspiro, unas risas.

Un "te extraño" de tus labios y yo me derretía...

Contigo crecí tanto, que grandes compañeras y amigas eramos, nos apoyábamos en todo.

Nuestro primer viaje fue espectacular, algo loco y desenfrenado,  como tú personalidad, no sé como pude perturbar tú gran inocencia, te volviste demasiado volátil para mi gusto...

No sé porque no te confesé mi amor. 

¿Miedo? Puede ser... o no quería aceptar que alguien como tú pudiese gustarme, ¡joder! pero que egocéntrica solía ser. Si tú me lo dabas todo y hasta más.

Pasó casi un año y empezaron las peleas, se empezó a manifestar el amor frustrado que sentías por mi y que yo no te correspondía, yo pues... Siempre huí a esas situaciones.

Me pediste un primer beso, y yo... Entre en pánico total, pero claro... A ti no te podía decir que no.

¡Que noche, Dios!

Luego de eso, le puse un candado a mi corazón y prometí no volver a confundirte con algo que para mi, simplemente no podía suceder.

Aunque por dentro me estuviese muriendo por estar contigo, simplemente rechazaba toda clase emoción, porque no quería perder tú amistad.

¿Amistad? ¿Qué jodida amistad? Celos, peleas, rabias, salidas todos los días, miradas...

¿Eso es una amistad acaso?

Y cada vez que estabas ebria, te declarabas de nuevo... y yo asustada me mentía a mi misma y decía que todo era un juego y que en la mañana harías como si nada hubiera pasado.

¿Mi error? No lo sé, te enamoré con mi manera de ser, eso si no lo niego.

Te vi con alguien por primera vez en dos años y medio, entré en pánico, sentí que podía perderte, claro.
No era capaz de decírtelo. Que cobarde era..

Estábamos en edad de fuego, todo giraba en torno a fiestas y alcohol. Una noche de esas, decidiste  lanzarte sin importar nada... Obvio, no pude decirte que no. En la mañana de nuevo hiciste lo tuyo, te vestiste, pediste disculpas y que nuestra amistad era más fuerte que cualquier diversión pasajera. 

¿Eso era para ti? Creo que después de tanto tiempo, te diste por vencida.

No pude contenerme más, te confesé mi gran amor, mi corazón se desbordaba de tanto amor que tenía para ti. 

No sabías que decir, jamás esperaste que esas palabras salieran de mis labios.

Creo que fue muy egoísta de mi parte, cuando ya sabía que estabas con alguien... Solo no quería perderte y que sino eras mía no podías ser de nadie más. Que patética Dios.

Me dijiste que si, y todo fue maravilloso e increíble pero tantos demonios que yo tenía, y contigo simplemente se me hacía difícil aceptar todo, ¿Por qué? ¿Por qué?  

Porque no eras para mi, y aquí es cuando entra el famoso dicho:

"Cuando no tienes algo lo quieres, y cuando lo tienes ya no lo quieres"

Ahí estalle y di fin a todo...

Nada volvió a ser igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario